viernes, 15 de octubre de 2010

UN NORTEÑO,

ADÁN MARTIN

ARTÍCULOS DE: Evaristo Fuentes Melián

Después de tu óbito he estado recapacitando unos días. Las dudas me embargan. Lo siento. Tengo, en un repaso que hago de mis atrocidades como escribidor, dos articulejos en que me metía contigo. En uno, hice mi crónica (julio de 2001) sobre un debate al que asistí en el Cabildo entre Jerónimo Saavedra y tú. Fue un debate en que no llegó la sangre al río. Muy cortés, entre rivales políticos. Como debe ser. Se habló de los homos y los hetéreos y de los matrimonios de ambos módulos. Luego se habló también de globalización, de la europeización de estos islotes, de la ley de residencia y de limitar la entrada de más inmigrantes. Y Jerónimo al final puso los puntos sobre las íes en la lacra de algunos sueldos millonarios en nuestra clase política.
En el otro articulejo, en el mismo año, te vituperaba por pertenecer a una coalición canaria en la que sus miembros se han perpetuado en el poder haciendo de la política una profesión. Además te echaba en cara, en el capítulo de lo anecdótico, que nuestro Parlamento de Canarias tuviera servicios superfluos carísimos, como lo es una traductora simultánea para sordos, cuando aquel discurso tuyo no lo entendíamos (decía yo entre sarcástico y vil) ni los que gracias a Dios tenemos las Trompas de Eustaquio bien destupidas. Perdóname, Adán Martin, te lo digo en serio, por estos excesos míos.
Ahora quisiera profesar la doctrina de Confucio, que fue un líder de antes de Cristo que predicaba la armonía; decía que si la armonía se trastoca traerá graves consecuencias. Permíteme el beneficio de la duda. No todo es corrupción. Permíteme en fin seguir repasando mis recortes de prensa. Y me encuentro un artículo (1989, en la prensa de Madrid), en el que, en su parrafada final, se decía así: “…hay fariseos que arremeten contra la podredumbre, no para moralizar a unos cuantos sino para llenar de mierda al resto”. Y seguía: “No es verdad que todo, o la mayor parte sea corrupción, hay muchos políticos honrados en la derecha y en la izquierda”. Y terminaba con la hermosa frase de Victoria Camps: “La ética es una lágrima de la necesidad”.
En resumen, no quisiera pecar de fariseo, ni profesar el maniqueísmo de un solo signo (todos corruptos). Me quedaría, mejor, estabilizado con la armonía de Confucio. Gracias y perdonar.

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