LINDEZAS EN VERSO
REALIZADO POR: Salvador García Llanos
De ese baúl de vivencias de un Puerto de la Cruz inolvidable, de una ciudad que iba creciendo y desafiando condicionantes y proscripciones para acreditar su espíritu tolerante, sig
uen saliendo versos populares que ponen de manifiesto una manera de ser. Una ciudad donde el ingenio, el sarcasmo, el desenfado, el ‘animus fastidiandi’ y la mala uva caracterizaban a su gente.
De nuevo, la rivalidad entre Pedro Montes de Oca y Juan Reyes que aprovechaban cualquier ocasión para dedicarse “lindezas”, eso sí, muy cultas. Debieron ser unas diferencias personales muy acusadas que reflejaban los estados de humor. A principios de los años 60 del pasado siglo, escribió Montes de Oca:
“Yo cagué en el Himalaya
y en el Teide me cagué:
me cagué en Reyes Bartlet
y en don Vicente Cartaya”.
La réplica de Juan Reyes, también en verso, no se hizo esperar:
“Al Himalaya ha subido
y al Teide también subió
quien dice que allí le olió
a excremento corrompido
de ano o tal vez de boca;
y añade dicho sujeto
que el que está en el secreto
es don Pedro Montes de Oca”.
Y así se divertían (un suponer) y animaban la intrahistoria de un pueblo sobre el que un buen día, con plena razón, alguien inventó un dicho infalible: En lenguas del Puerto te veas.
REALIZADO POR: Salvador García Llanos
De ese baúl de vivencias de un Puerto de la Cruz inolvidable, de una ciudad que iba creciendo y desafiando condicionantes y proscripciones para acreditar su espíritu tolerante, sig
De nuevo, la rivalidad entre Pedro Montes de Oca y Juan Reyes que aprovechaban cualquier ocasión para dedicarse “lindezas”, eso sí, muy cultas. Debieron ser unas diferencias personales muy acusadas que reflejaban los estados de humor. A principios de los años 60 del pasado siglo, escribió Montes de Oca:
“Yo cagué en el Himalaya
y en el Teide me cagué:
me cagué en Reyes Bartlet
y en don Vicente Cartaya”.
La réplica de Juan Reyes, también en verso, no se hizo esperar:
“Al Himalaya ha subido
y al Teide también subió
quien dice que allí le olió
a excremento corrompido
de ano o tal vez de boca;
y añade dicho sujeto
que el que está en el secreto
es don Pedro Montes de Oca”.
Y así se divertían (un suponer) y animaban la intrahistoria de un pueblo sobre el que un buen día, con plena razón, alguien inventó un dicho infalible: En lenguas del Puerto te veas.
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