DESASOSIEGO TURÍSTICO
ARTÍCULO DE: Salvador García Llanos
El vicepresidente de la patronal hotelera (ASHOTEL) ha rescatado la situación 'dramática' del turismo en el Puerto de la Cruz, cuando el verano aún no ha concluido. No son nuevas apreciaciones de Juan Antonio Rosado quien, aún en los mejores tiempos de ocupación, ya advertía de fisuras y de circunstancias poco favorables, en una extraña tendencia al pesimismo, muy propia de cierto sector empresarial local, más preocupado (un ejemplo) en cómo seguir prestando servicios con menos personal que en la formación profesional de éste y en la competitividad del producto en el marco de una oferta cada vez más saturada. Podrían argumentar Rosado y los suyos que hablaban con realismo para curar en salud hechos como los que ahora se comentan.
Los datos, en efecto, son preocupantes. Y hay que poner en valor que sean conocidos, de modo que cuando mejoren -porque tienen que mejorar- también trasciendan y permitan establecer comparaciones, sobre todo en el propio sector que, a fin de cuentas, debe ser el primer interesado en saber por dónde camina y cuáles son las medidas correctoras más apropiadas para salir del trance.
Veamos: el índice de ocupación interanual (de julio 2009 a mismo mes del presente año) alcanza el 43,63%, un 11,7% menos. Se habían alojado en los establecimientos en ese período 466.134 personas, un 5,87% menos. Cayó ligeramente el tiempo medio de estancia que se sitúa en torno a los 5,8 días. El descenso del turismo peninsular -acaso lo más inquietante- alcanzó el 11,11%, muy por debajo de la disminución media de este mercado en la isla que fue del 3,46%.
El vicepresidente de ASHOTEL encuentra en las estadísticas razones para hablar de dramatismo que se contrasta en el cierre no sólo de residenciales turísticos sino de comercios, especialmente los considerados pequeños y medianos que han caído a ritmo casi vertiginoso desde hace unos cinco años. Por eso, lanza el enésimo llamamiento a las autoridades locales para frenar la sangría y la entrada en barrena del producto; pero éstas no disponen de varita mágica y su margen de acción es muy limitado, aunque eso sí, deberían mostrarse más imaginativas y con mayor capacidad de gestión de los recursos que tienen ante sí.
Otro ejemplo: el programa Horizonte 2020, una oportunidad para redefinir el modelo y poner en marcha actuaciones que revitalicen el propio destino. La conjunción de las administraciones públicas -y la dotación de fondos ya acordada- garantizan la continuidad. Lo escribimos hace poco: es un tren que no se puede dejar pasar, acaso la última oportunidad de contar con unos recursos decisivos para el porvenir y que deben servir para algo más que parchear. Ya están tardando en poner en marcha el consorcio correspondiente.
Entre otras cosas, para no perder de vista las conclusiones conocidas en un informe de la Audiencia de Cuentas de Canarias que, en una perspectiva más global, señala que “la política turística en Canarias es mala”. Lo dice el órgano encargado de fiscalizar el gasto de las administraciones públicas de las islas. Algo habrá visto cuando, sin ser un asunto de su estricta competencia, se ha atrevido a hacer un diagnóstico de ese calibre.
El 'dramatismo' de Rosado, por cierto, abarca también el problema de la reducción de las plazas del IMSERSO, ya saben, los programas de turismo social que a lo largo de los últimos años han propiciado desplazamientos numerosos y una ocupación muy estimable -a precios discutibles, vale, desde el punto de vista de la rentabilidad- para mantener la dinámica de la modalidad senior que, en principio, no gustaba -el Puerto se ha convertido en un destino de viejos, decían algunos despectivamente- pero que terminó consolidándose hasta el punto de que ahora, cuando se ha anunciado una reducción de plazas, ha sido casi un clamor desesperado el de algunos hoteleros que cómo por ahí merma un margen del negocio que sirve para equilibrar y estimular balances de explotación.
A propósito, y aunque ya parece un poco tarde, a ver si son capaces de ponerse de acuerdo con los precios, es decir, si los establecimientos de cuatro estrellas son los que condicionan el mercado al trabajar con el IMSERSO, parece más consecuente que la supresión o reducción de plazas les afecte en mayor medida. De lo contrario, los de tres estrellas serán los que sufran en mayor medida estos recortes y se abonan prácticamente al cierre. Ahí sí que duele.
En fin, como verán, que no faltan causas para el desasosiego turístico. Más o menos 'dramática', se trata, entre todos, de invertir la situación. Un poquito de por favor, que decía aquél, no vendría mal.
ARTÍCULO DE: Salvador García Llanos
El vicepresidente de la patronal hotelera (ASHOTEL) ha rescatado la situación 'dramática' del turismo en el Puerto de la Cruz, cuando el verano aún no ha concluido. No son nuevas apreciaciones de Juan Antonio Rosado quien, aún en los mejores tiempos de ocupación, ya advertía de fisuras y de circunstancias poco favorables, en una extraña tendencia al pesimismo, muy propia de cierto sector empresarial local, más preocupado (un ejemplo) en cómo seguir prestando servicios con menos personal que en la formación profesional de éste y en la competitividad del producto en el marco de una oferta cada vez más saturada. Podrían argumentar Rosado y los suyos que hablaban con realismo para curar en salud hechos como los que ahora se comentan.
Los datos, en efecto, son preocupantes. Y hay que poner en valor que sean conocidos, de modo que cuando mejoren -porque tienen que mejorar- también trasciendan y permitan establecer comparaciones, sobre todo en el propio sector que, a fin de cuentas, debe ser el primer interesado en saber por dónde camina y cuáles son las medidas correctoras más apropiadas para salir del trance.
Veamos: el índice de ocupación interanual (de julio 2009 a mismo mes del presente año) alcanza el 43,63%, un 11,7% menos. Se habían alojado en los establecimientos en ese período 466.134 personas, un 5,87% menos. Cayó ligeramente el tiempo medio de estancia que se sitúa en torno a los 5,8 días. El descenso del turismo peninsular -acaso lo más inquietante- alcanzó el 11,11%, muy por debajo de la disminución media de este mercado en la isla que fue del 3,46%.
El vicepresidente de ASHOTEL encuentra en las estadísticas razones para hablar de dramatismo que se contrasta en el cierre no sólo de residenciales turísticos sino de comercios, especialmente los considerados pequeños y medianos que han caído a ritmo casi vertiginoso desde hace unos cinco años. Por eso, lanza el enésimo llamamiento a las autoridades locales para frenar la sangría y la entrada en barrena del producto; pero éstas no disponen de varita mágica y su margen de acción es muy limitado, aunque eso sí, deberían mostrarse más imaginativas y con mayor capacidad de gestión de los recursos que tienen ante sí.
Otro ejemplo: el programa Horizonte 2020, una oportunidad para redefinir el modelo y poner en marcha actuaciones que revitalicen el propio destino. La conjunción de las administraciones públicas -y la dotación de fondos ya acordada- garantizan la continuidad. Lo escribimos hace poco: es un tren que no se puede dejar pasar, acaso la última oportunidad de contar con unos recursos decisivos para el porvenir y que deben servir para algo más que parchear. Ya están tardando en poner en marcha el consorcio correspondiente.
Entre otras cosas, para no perder de vista las conclusiones conocidas en un informe de la Audiencia de Cuentas de Canarias que, en una perspectiva más global, señala que “la política turística en Canarias es mala”. Lo dice el órgano encargado de fiscalizar el gasto de las administraciones públicas de las islas. Algo habrá visto cuando, sin ser un asunto de su estricta competencia, se ha atrevido a hacer un diagnóstico de ese calibre.
El 'dramatismo' de Rosado, por cierto, abarca también el problema de la reducción de las plazas del IMSERSO, ya saben, los programas de turismo social que a lo largo de los últimos años han propiciado desplazamientos numerosos y una ocupación muy estimable -a precios discutibles, vale, desde el punto de vista de la rentabilidad- para mantener la dinámica de la modalidad senior que, en principio, no gustaba -el Puerto se ha convertido en un destino de viejos, decían algunos despectivamente- pero que terminó consolidándose hasta el punto de que ahora, cuando se ha anunciado una reducción de plazas, ha sido casi un clamor desesperado el de algunos hoteleros que cómo por ahí merma un margen del negocio que sirve para equilibrar y estimular balances de explotación.
A propósito, y aunque ya parece un poco tarde, a ver si son capaces de ponerse de acuerdo con los precios, es decir, si los establecimientos de cuatro estrellas son los que condicionan el mercado al trabajar con el IMSERSO, parece más consecuente que la supresión o reducción de plazas les afecte en mayor medida. De lo contrario, los de tres estrellas serán los que sufran en mayor medida estos recortes y se abonan prácticamente al cierre. Ahí sí que duele.
En fin, como verán, que no faltan causas para el desasosiego turístico. Más o menos 'dramática', se trata, entre todos, de invertir la situación. Un poquito de por favor, que decía aquél, no vendría mal.
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