lunes, 30 de agosto de 2010

ART. DE UN PORTUENSE,

DESDE QUE VENIMOS AL MUNDO PRACTICAMOS LA POLÍTICA LLORANDO

ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

Cuando uno siente apego y amor por su pueblo natal, cuando estamos pendientes de su progreso y a la vez reconocemos sus avances, su desarrollo ambiental y urbanístico, respecto a las exigencias de la vida moderna y sus compromisos turísticos contraídos, es normal, si tocamos este último tema, tampoco se ha hecho tan mal lo que se haya hecho y en el tiempo agotado. Muchas veces los hechos han demostrado que los compromisos no se han descuidado, sólo que es necesario, muchas veces, lo repito, nuestras lentes no son las recomendables para ver con normalidad lo que tenemos frente a nosotros. Algo necesario se ha hecho, algunas obras de infraestructura ya están en funcionamiento, lo que pasa es que con las prisas y por imperativos evidentes, ni tiempo para ignaurarlas y poder pregonar su puesta en marcha. Otras están solventándose, aplicando los proyectos. O, también acabándolas para su inmediato funcionamiento. Y en lista de espera, otras no menos importantes para su inmediata ejecución, sólo que, se necesita tiempo para revisar los proyectos y apuntalar los errores concebidos e innovar las mejores formulas que permitan agilizar cada una de las restantes aspiraciones nuestras.
Seamos explícitos demostrando ese caudal afectivo que guardamos y que si exteriorizamos corremos el riesgo, no de equivocarnos, eso no, tal vez de molestar a quienes no piensan lo mismo, porque sus puntos de mira son diferentes y además el color que defienden es otro. En mi caso, respecto a esos destellos que he proferido, nada tengo que ver, me considero aparte y amigo de todos. Más, si hablo de mi pueblo o mi elegante ciudad, con razón ciudadana, creo que nadie debiera tacharme de apasionado… Cada cual tiene un grado diferente de visualidad, según los oftalmólogos y creo que es cierto. Cada cual y según con la intención que fije la vista para ver el exterior de las imágenes, los paisajes, los trabajos urbanos, los defectos en sí, las excelencias logradas por otros, está en su derecho decir lo que piensa, ser crítico en consecuencia. Por eso cuando yo hablo de mi entrañable y querido Puerto de la Cruz, soy tan generoso, me entrego en cuerpo y alma y si de mí dependiera nada iba a faltarle para que fuera aún más bello y hermoso, más atractivo y acogedor. ¿Quién no tiene igual derecho de criticar mis mejores intenciones?.. Hasta hoy nadie se ha molestado de mí y lo agradezco, sinceramente.
No sé si es acertada la comparación que se me ocurre. Todos tuvimos familiares jóvenes, amigas, novias, esposas, etc. Al comienzo, generalmente, eran las personas más bellas y atractivas, las más elegantes, y lozanas. Así era nuestro Puerto de la Cruz, incomparable. Respecto al género humano, aquellas encantadoras personas fueron cediendo con el paso del tiempo aquellos encantos suyos, la amiga, la novia, la esposa, la hija. Sin embargo, siempre las hemos amado y seguiremos queriéndoles, independientemente del deterioro sufrido con los años. Esa admiración, esa consideración nos permite valorar, aún más, sus esenciales características, sus cualidades… Admitiendo la respetuosa comparación que hago, nuestro Puerto de la Cruz, con sus quebrantos, con sus desperfectos, con su anunciada vejez, con su lamentable deterioro y sus escasos amagos de superación, le seguimos queriendo. No por ser una ciudad vieja se le puede desprecias sin antes reconocer cuántos de nosotros hayamos trabajo aquí, nosotros y los foráneos, que rehicieron sus vidas al calor de nuestras sombras, e incluso hoy, a pesar de todo, y no dejan nuestro amado terruño para ir a otros lugares…

Forma parte de nuestras vidas y hemos de ser nosotros quienes le representemos, desde la posición en que nos hallemos, como hijos agradecidos. Siendo tolerantes con sus defectos, viéndole con mejores ojos y poniendo de nuestra parte la mejor voluntad ciudadana, el Puerto de la Cruz volverá a ser lo que fue para nunca más abandonarle como se ha hecho con él, dejándolo en manos desaprensivas e irresponsables. Salvemos al Puerto de la Cruz entre todos o al menos no permitamos que lo vejen más…
Se suele decir con cierto sarcasmo, que es un pueblo viejo… Es cierto, un pueblo que no se debió haber abandonado cuando estaba dando trabajo para tanta gente y dejaba
Beneficios millonarios a los empresarios y se llevaban el dinero fuera… No hubo control.
Sigamos con las comparaciones para ubicarnos mejor.
A una madre se le ve envejecer, se le observa la mella de los años, sus incapacidades físicas, sus privaciones y torpezas psíquicas… Las madres, las novias, las hermanas, todos los seres humanos declinamos con el devenir de los años. También los pueblos necesitan una ayuda razonable, por lo menos disculparles y nunca valerse de su impotencia acentuando sus defectos para hundirles más hasta derrotarles. Son los políticos irresponsables los directamente culpables de ese deterioro lamentable que sufren algunos pueblos. Son buenos calculadores para sí, llegándoles a cegar su ambición y jamás pierden ni encuentran quienes les corte el paso y se van tan contentos… Por suerte, no todos son iguales. Y digamos, no siempre son los políticos los culpables, hay circunstancias que suelen entorpecerles y los dejan colgando... Ahí queda eso. Esto de la política es una causa muy compleja. Llegan las próximas elecciones y las gentes ni saben por quienes deben votar, todos muestran caritas de buenos y las ideas las llevan ocultas dentro. ¿A ver quien adivina, quién es quién y qué piensan hacer si ganan? Por eso suele decirse: “Más vale ruin conocido que bueno por conocer” Conmigo no tendrán problemas, para mí todos son personas respetables.
Cuando éramos niños, aquellas Plazas públicas nos gustaban siempre, eran, pues, nuestros lugares preferidos. Hoy las gentes las ven con otros ojos, las ven intransitables, sumamente aburridas y despreciables. Hay que invertir mucho en ellas, más imaginación que dinero, sólo hace falta interés e inspiración. Incentivarlas un poco. A las personas mayores hay que respetarles ese espacio de ellos, sus gustos y costumbres. Los ediles de hoy, gente joven, es bueno que amplíen fronteras, que luchen por conseguir algo para los de su edad, sin tener que romper los ideales y recuerdos de los mayores. Ni al amor se le puede despreciar por ser tan viejo… Ni al espacio ganado por ellos y que por derechos propios les pertenece.
Los pueblos se van haciendo viejos y sólo necesitan algunos arreglos. Dicen que hay que ponerles a la altura de las circunstancias, hay que quitar de aquí y de allá, hay que adecentarlos, pues mano a la obra, que siempre estaremos agradecidos. Procuren conservar lo poco que nos queda, eso sí, que llegará el día que tengamos que preguntar a los de fuera que dónde estamos, por dónde vamos…
Lo que creo injusto es cuando uno oye que no se está haciendo nada… ¿Esa gente no tiene ojos en la cara? Yo pienso que se hace lo que se puede hacer, son obras aisladas y por eso no lucen. También creo que hay personas que sólo saben protestar, otras que tienen muy mala uva. En fin, esa es la política, dar coces para atrás sin saber a dónde van las patadas. Sólo saben protestar…Y a mí no me hablen de política.

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