martes, 3 de agosto de 2010

ART. DE UN PORTUENSE,

CONJURO POÉTICO DE UN BELLO AMANECER

ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

Rodeado de exuberante vegetación, esbeltos árboles, enredaderas y plantas trepadoras, así como aves por doquiera, entre el mar y estos hermosos jardines, al otro lado la civilización, uno llega a sentirse inmerso en un mundo de fantasías, habitando en una exótica y solitaria isla caribeña, oyendo el run run de las olas y el trino de los pájaros que de rama en rama saltan buscando el sustento diario de sus crías y el ellos mismos.
El silencio y el tenue canto de las olas, ese canto lastimero y monótono, al alma dan los cómplices compases del recogimiento nostálgico del espíritu, cuando se mecen los sentidos y todo a nuestro alrededor cobra el sentimiento del abandono propio para la libre meditación... Un silencio tal que llega a enternecernos y a asustarnos a la vez. Las gentes que van de un lugar a otro en ese paseo matutino, más parecen autómatas que temieran profanar la paz que me envuelve, que acentúa mi estado anímico y me ubica en otra dimensión de mi vida, en otros lugares privados, yermos y callados, aptos para soñar.
Aún sin haber llegado los influjos del nuevo otoño, Playa Jardín, en Puerto de la Cruz, conserva su esplendor poético, resalta el verde del palmeral acariciado por los primeros fulgores del Sol naciente, destacando los primores de sus formas naturales y de elegancia selvática. Y desde los árboles y frondosos arbustos, hasta mí, llegan como un íntimo concierto, el aviso habitual de las crías revoltosas de los pájaros salvajes anunciando la hora de la primera embuchada alimenticia.
Y la brisa comienza con su cálida presencia a traernos el calor del ambiente tropical y el perfume de las múltiples y variadas flores que armonizan los cantos alegres en este matinal encuentro.
Hoy la mañana comienza sonriéndome viendo despertar con el nuevo día sus encantos marinos, botánicos y ambientales, que han propinado el clima ideal para que mi inspiración lírica aflorara y desbordara sobre el blanco papel...
Uno en estos momentos idílicos descubre lo importante de la vida del hombre y la grandeza del poder que tiene la intimidad con la Naturaleza y sus gratas influencias. Cada soplo de aire es como un nostálgico suspiro que trae aromas sobrenaturales, de fragancias místicas; y consigo vienen los elementos pasionales más puros para tejer los velos ilusionados que cubran las miserias del mundo en que vivimos; y nos abren puertas nuevas, causes distintos, sin limitaciones ni fronteras intimidatorias y nos conducen al soberbio plano de la verdadera felicidad.
¿Es posible no ceder a tan sublime atractivo de la vida en nuestro nostálgico presente, al conocer el pasado tan íntimamente y haber resistido?.. Hoy, si lo comparamos con nuestra deslumbrante ofrenda, notaremos al conservar la ilusión del deseo de vivir que también existe, además de la esperanza de poder compartir lo que nos falta de existencia… Es imposible contener la felicidad cuando se nos desborda dentro del pecho y nos acaricia enteramente, y nos invita a vivir intensamente con quienes nos rodean.
Los sueños sólo son sueños cuando nos sorprende un hermoso amanecer y la luz de la aurora matinal acaricia a nuestros sentidos; y el aire del campo llena nuestros pulmones, Es fascinante sentir las manos llenas de ilusiones y la mente serenamente entregada a la mística meditación y los ojos a la contemplación de tanto amor que nos ofrece nuestro presente, al despertar el alba.
¡Gracias Señor! ¡Gracias por la vida!..

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