ARTÍCULO DE: Lorenzo Soriano
Pero Grullo ha pasado a la historia de las necedades, por decir obviedades. Algún Filósofo o lingüista los elevaría a la condición de axioma, por ser temas que no exigen demostración, pero en cualquier caso es la situación en la que nos encontramos en este momento y en este país. Estamos en la más absoluta de las ruinas. Cassandra, hija de Príamo y hermana de Paris, fue dotada por Apolo del don de la profecía, pero al negarse a copular con él, le mantuvo el don pero con la peculiaridad de que nadie la creyera. Troya fue la consecuencia.
A pesar de los casi cinco millones de parados, y del túnel sin salida en que nos han metido, al elegir mal el cruce de caminos que pasamos hace unos años, e insistir en que la salida estaba por la senda actual, herméticamente cerrada por un muro de granito sólido, y teniendo solamente las manos desnudas para intentar derruirlo, la inmensa mayoría de los ciudadanos, están acomodados.
Nadie quiere oír de una vez que estamos en una situación extraordinaria, que requiere medidas extraordinarias y sacrificios extraordinarios, además de soluciones altamente extraordinarias. Cualquier discurso que se aleje del optimismo, de la ilusión del positivismo, del buenismo y de las cifras manipuladas y maquilladas para aportar falso ánimo al ciudadano, es visto como las herejías eran vistas por la Inquisición.
Los que creemos y estamos absolutamente convencidos de que cuando se ven los nubarrones en el horizonte, debemos interpretarlos y prepararnos para lo que pueda pasar, estamos fuera de onda. He perdido muchos “amigos”, y he tenido que soportar muchas impertinencias y cosas mucho peores, por intentar avisar de que la tormenta era inminente. Lo más suave que me han llamado es crispador, y lo que es peor, ahora, que la realidad nos ha sobrepasado, y me ha dejado corto, parece que somos los culpables por ser mensajeros y crear el ambiente. No importa que los rayos, truenos, riadas, tsunamis, incendios y terremotos devastadores estén desatados sobre nuestra economía y afecten a nuestra vida de lleno. Los culpables son los que la anunciaban.
Mala dedicación esta. Sin embargo, sin querer ser Cassandra, porque no adivino, sino interpreto, quizás con exceso de prudencia tal que pueda estorbar algún negocio o situación de privilegio de los que quieren que todo siga igual o que vuelva a lo que en su día fue, y que nos ha llevado hasta aquí, creo que mi obligación es tocar las campanas al ver ya en puerto, las velas negras, y enarbolada la bandera con las tibias y la calavera cruzadas. No voy a castigarles con lo tan traído y llevado, subido y bajado de “político veraz no gana elecciones”, ni lo de “vamos de éxito en éxito hacia el desastre total”, pero esta actitud de Acomodamiento inducido, nos llevará a un desastre tremendo que no calibran los que lo provocan ni los que lo padecen.
El reconstruir el tejido industrial, comercial, turístico, exportador, de pequeñas y medianas empresas, el financiero y el de confianza, que generaría crecimiento, desarrollo y empleo en este país, llevará años desde que empecemos a reconstruirlo. Cosa que aún no hemos hecho, empezar. Mi opinión, de esas que están destinadas a ser ignoradas, es que en algunas regiones de este país, sobramos personas, en otras faltan, hay un exceso enorme de consumidores de presupuesto y hay una falta tremenda de contribuyentes que puedan mantener el sistema que nos hemos dado y que evidentemente es inviable, se mire por donde se lo mire. No es posibilista.
Tenemos pues que dejar de estar acomodados, salir a la calle a buscar cosas que hacer, no quedarnos inanes a que aparezca un salario o esperar a una subvención. Hay que salir, a moverse y a gritar con fuerza suficiente para que se nos respete, incluso que se nos tema y nos liberen de burocracias, exceso de administraciones y administradores, de indefensiones fiscales, de corrupciones sin cuento y se nos administre justicia social y de las otras.
Estamos obligados a reducir las estructuras, trabajar más, producir más y mejor, reducir los costos, los gastos superfluos, los precios, los días feriados y demás circos, si queremos mantener algunos de los muchísimos derechos que hemos tenido. Todos serán imposibles. Si no es así volveremos al borrico y al botijo, a la paella y la sangría, si es que podemos. Esto, es no ya urgente, el estadio de lo importante y lo urgente ya nos sobrepasó. Ahora es imprescindible, e inevitable. Si lo dejamos pudrir más será incluso peligroso. A reflexionar
Pero Grullo ha pasado a la historia de las necedades, por decir obviedades. Algún Filósofo o lingüista los elevaría a la condición de axioma, por ser temas que no exigen demostración, pero en cualquier caso es la situación en la que nos encontramos en este momento y en este país. Estamos en la más absoluta de las ruinas. Cassandra, hija de Príamo y hermana de Paris, fue dotada por Apolo del don de la profecía, pero al negarse a copular con él, le mantuvo el don pero con la peculiaridad de que nadie la creyera. Troya fue la consecuencia.
A pesar de los casi cinco millones de parados, y del túnel sin salida en que nos han metido, al elegir mal el cruce de caminos que pasamos hace unos años, e insistir en que la salida estaba por la senda actual, herméticamente cerrada por un muro de granito sólido, y teniendo solamente las manos desnudas para intentar derruirlo, la inmensa mayoría de los ciudadanos, están acomodados.
Nadie quiere oír de una vez que estamos en una situación extraordinaria, que requiere medidas extraordinarias y sacrificios extraordinarios, además de soluciones altamente extraordinarias. Cualquier discurso que se aleje del optimismo, de la ilusión del positivismo, del buenismo y de las cifras manipuladas y maquilladas para aportar falso ánimo al ciudadano, es visto como las herejías eran vistas por la Inquisición.
Los que creemos y estamos absolutamente convencidos de que cuando se ven los nubarrones en el horizonte, debemos interpretarlos y prepararnos para lo que pueda pasar, estamos fuera de onda. He perdido muchos “amigos”, y he tenido que soportar muchas impertinencias y cosas mucho peores, por intentar avisar de que la tormenta era inminente. Lo más suave que me han llamado es crispador, y lo que es peor, ahora, que la realidad nos ha sobrepasado, y me ha dejado corto, parece que somos los culpables por ser mensajeros y crear el ambiente. No importa que los rayos, truenos, riadas, tsunamis, incendios y terremotos devastadores estén desatados sobre nuestra economía y afecten a nuestra vida de lleno. Los culpables son los que la anunciaban.
Mala dedicación esta. Sin embargo, sin querer ser Cassandra, porque no adivino, sino interpreto, quizás con exceso de prudencia tal que pueda estorbar algún negocio o situación de privilegio de los que quieren que todo siga igual o que vuelva a lo que en su día fue, y que nos ha llevado hasta aquí, creo que mi obligación es tocar las campanas al ver ya en puerto, las velas negras, y enarbolada la bandera con las tibias y la calavera cruzadas. No voy a castigarles con lo tan traído y llevado, subido y bajado de “político veraz no gana elecciones”, ni lo de “vamos de éxito en éxito hacia el desastre total”, pero esta actitud de Acomodamiento inducido, nos llevará a un desastre tremendo que no calibran los que lo provocan ni los que lo padecen.
El reconstruir el tejido industrial, comercial, turístico, exportador, de pequeñas y medianas empresas, el financiero y el de confianza, que generaría crecimiento, desarrollo y empleo en este país, llevará años desde que empecemos a reconstruirlo. Cosa que aún no hemos hecho, empezar. Mi opinión, de esas que están destinadas a ser ignoradas, es que en algunas regiones de este país, sobramos personas, en otras faltan, hay un exceso enorme de consumidores de presupuesto y hay una falta tremenda de contribuyentes que puedan mantener el sistema que nos hemos dado y que evidentemente es inviable, se mire por donde se lo mire. No es posibilista.
Tenemos pues que dejar de estar acomodados, salir a la calle a buscar cosas que hacer, no quedarnos inanes a que aparezca un salario o esperar a una subvención. Hay que salir, a moverse y a gritar con fuerza suficiente para que se nos respete, incluso que se nos tema y nos liberen de burocracias, exceso de administraciones y administradores, de indefensiones fiscales, de corrupciones sin cuento y se nos administre justicia social y de las otras.
Estamos obligados a reducir las estructuras, trabajar más, producir más y mejor, reducir los costos, los gastos superfluos, los precios, los días feriados y demás circos, si queremos mantener algunos de los muchísimos derechos que hemos tenido. Todos serán imposibles. Si no es así volveremos al borrico y al botijo, a la paella y la sangría, si es que podemos. Esto, es no ya urgente, el estadio de lo importante y lo urgente ya nos sobrepasó. Ahora es imprescindible, e inevitable. Si lo dejamos pudrir más será incluso peligroso. A reflexionar
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