lunes, 31 de mayo de 2010

ART. DE UN PORTUENSE,

RAZONAMIENTO ESPIRITUAL

ARTÍCULO DE: Celestino González Herreros

Se abre un nuevo cause en mi imaginación, una fantástica puerta dimensional y supuestamente discreta, que da paso aireado a la inspiración de fragmentados episodios, algunos dulces o inconclusos, tiernos y amorosos...
No basta asomarse al nuevo camino, hay que andarlo desde el comienzo hasta que los pasos se detengan y el receso se admita como una conclusión inaplazable del viaje... Las voces que se oyen son efectos sublimemente acústicos que trae el aire por ese túnel, desde las aguas de nuestras inquietas costas atlánticas que llegan agonizantes y frenéticas, transmitiendo las sensaciones del céfiro oleaje y rompiendo los últimos ímpetus de esa furia ya vencida que torna en llanto deslizante acariciando el inmóvil acantilado del tiempo... Son voces que siguen el curso sombrío de las distancias entregándose al vacío espacio de las desérticas arenas buscando alimentar sus acabadas fuerzas y hallar la movilidad de la vida en el tiempo que no ha pasado del todo...
La lluvia no cesa de caer, persistente y abundante, llenando los pequeños arroyos del revuelto barro acompañado de las miserias que arrastra en el precipitado curso de sus descensos, con la prisa brutal de la impaciencia a un cauce mayor y enturbiar la espumosa orilla de la tranquila playa en cuyas aguas aún parece que flotaran los recuerdos de otros episodios, y en su arena la huella queda de sus pasos que, ni el barro ni el tiempo las borran, porque están impresas con el fuego de la perpetuidad, calor que imprime el amor perenne y la ilusión que nunca muere: como los recuerdos, como los vientos, como esos renovados sentimientos que no pierden su fragancia ni el calor humano de la devocional evocación.
Las aguas bajan por las cañadas y los barrancos en cascadas, prietas de ira y apasionamiento brutal, de rencor y maldad arrasándolo todo a su paso, dejando atrás más soledad que nada, silencio mojado e inclemente. Veo las aguas alejarse mientras van dejando ese silencio sepulcral abriendo nuevos surcos de doliente presentación, borrando los encantos ecológicos, sin frenar sus dramáticos impulsos, despiadadamente, y sembrando la muerte... Mas, a pesar de ello, tiene su encanto esa fuerza que lleva el característico "olor y ecos" macabramente musicales en sus desenfrenos, como un canto de agonía que se escapa y envuelve su influencia en el misterio poético de la vida y la muerte; que igual se adentra en ese nuevo cauce de mi imaginación con sus influjos insolidarios soterrando a las flores del camino... Y a enturbiar los sueños concebidos, y las promesas hechas entre los hombres y que es capaz de plagar la paz con el manto negro de su adversidad y dejarnos en el más completo abandono.
Mas, la puerta está abierta, y por muy discreta que esta sea, se cuela la "celosa" y destruye lo que más amamos, el único motivo y el más preciado don que une a los hombres y por ende, glorifica a la vida: ¡ La Paz !
Frágil mariposa multicolor de corta vida, nuestra preciosa existencia...
Nada se esconde a nuestros ojos, el cauce está abierto también a las sombras. Veámoslas caminar y supongamos que son efectos de las distintas imágenes que nos acompañan en nuestro deambular…. Estamos acostumbrados a vivir entre ellas y al final deducimos la identidad de cada una de ellas. Si que huimos algunas veces de su acoso o presencia, y más que de ninguna otra, de la sombra de la muerte que nos ha hecho tanto daño y por la que nos sentimos siempre tan impotentes... Pero es una realidad evidente, un día nos va a llegar su autoritaria visita y que “¡Dios nos tenga confesados!" Que el alma puede remontar su vuelo a las Alturas llevada por los designios divinos, ya nada cuenta el destino, ahora eso es cosa de la materia. Lo que de ella se desprende es el consuelo de la vida, cuyo trayecto no se aventura en rutas imprecisas. Quien se lo merezca, por su conducta cristiana, tiene un lugar reservado a la diestra de Dios Padre... La muerte es sólo un pretexto para abandonar una situación y pasar a la otra: sin ideales antagónicos, sin protagonismo absurdo ni prendas ridículas ni emblemas discriminatorios... Nos esperan dos vertientes a elegir, la del bien o la del mal, en consecuencia, ambas completamente divergentes
La vida es una trayectoria que exige de los hombres capacidad de entendimiento, voluntad y resignación; y dura poco, muy poco... Cuando el ser se marcha no abandona, espiritualmente acompaña en el sentimiento, no se aleja de nosotros, sólo que hace una incursión determinada hacia otro lugar, su alma busca las Alturas y allí rinde sus cuentas pendientes para ser juzgado luego. Lo que se queda aquí son sus cosas personales, los proyectos inacabados, las promesas que no hubo tiempo de cumplir, el perdón humano, o el rencor irreconciliable... Sus propias sombras, si me permiten ser más explícito, todos los elementos y circunstancias que conforman el recuerdo y que más tarde, en algunos casos idealizamos con la ternura de la compasión se torna en amargo llanto que arranca en nosotros el consuelo de tibias lágrimas que parecen interminables...
La vida o la muerte se dignifican si la Paz está presente, los caminos se alegran y las dudas se borran despejando todo ilusionado trayecto...
Miremos pues, a nuestro alrededor, entendamos que no tenemos derecho alguno de reprochar el tiempo que, como está demostrado, es extraordinariamente corto… entreguémonos a la reflexión y busquemos en ella, en síntesis, la armonía que nos permita ir más sosegadamente por la ruta señalada y disfrutar del Paraíso generoso de la Creación y gozar de la fuente de amor que destila cada corazón humano. Y besar las arenas soleadas de las playas, y los senderos del campo reverdecido en estos instantes por la gracia de Dios. Y reducir nuestras ambiciones terrenales dándonos a la forma de Cristo, así en la Tierra como en el Cielo si llegamos a EL.

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