EL FOTOGRAFO MANUEL “EL RUBIO” EL DE LA CARRERA.
ARTÍCULO DE: Esteban Domínguez
Cuando llegaban las fiestas de nuestros barrios, Manuel “el rubio” de La Carrera, se nos iba a todas
ellas, porque de esta profesión de fotógrafo, se ganaba los garbanzos de su familia. Nunca tuvo coche, ni moto, ni bicicleta. Solía ir a ellas caminando o en guagua cuando estas se celebraban a larga distancia de su domicilio. Pero además nunca salía de su casa, sin llevar su cámara en ristre por si acaso apareciera la foto imprevista.
En Tigaiga, como en tantas fiestas locales, Manuel acudía en los días de las fiestas, y allí realizaba su trabajo. Dejó grandes e importantes recuerdos de niños, mayores y familias enteras por un módico precio de unas 3 pesetas cada foto.
De Manuel hay un largo y valioso archivo en todos los rincones del municipio, y en Tigaiga en concreto “el rubio” acudía casa por casa para captar la instantánea adecuada en los momentos en que las familias se reunían, como así mismo, para tomar la foto precisa a la Imagen con los miembros de la comisión de fiestas o con cuantas personas deseaban tener el grafico recuerdo.
Gracias a esos momentos, podemos decir que en Tigaiga existen interesantes tomas instantáneas que; Manuel quiso inmortalizar durante los días de las fiestas, tanto de la entrega de la bandera a la nueva comisión, como de las sortijas, tenderetes y de grupos que posaban alegremente ante la lente de su cámara.
Las niñas bien vestidas y una vez concluida la misa dominical, acudían al fotógrafo para que le tomaran las correspondientes fotos, y lo mismo ocurría cuando los adinerados de San Agustín acudían a Tigaiga el lunes de las fiestas a degustar la carne de conejo salvaje que preparaba Celso “el rubio” en el ventorrillo que instalaba junto a la sacristía. Allí la foto de rigor se realizaba y la conservaban con mucho cariño todos aquellos que se acerc
aban a la mesa del ventorrillo mencionado.
También hizo lo propio en la procesión del domingo de las fiestas, a la lumbre de las luces y humos de las bengalas.
Y como ya hemos dicho, no sólo Manuel acudía a Tigaiga en sus fiestas; Manuel se iba a todas las fiestas que se celebraban en Los Realejos y a otros lugares e iglesias donde se realizaba una boda, una primera comunión o un bautismo, porque ese era su trabajo y de eso se alimentaba su familia.
Tenía Manuel “el rubio” su propio estudio donde revelaba sus negativos a la roja luz de una bombilla y mezclando líquidos tal y como era el procedimiento en aquellos años 60. Cantidad de negativos pasaron por sus manos y que colgaba de unos alambres en un viejo cuarto muy cerca de la Cruz de La Carrera y a poca distancia de su casa.
Tomó importantes instantáneas de tantos acontecimientos vividos en Los Realejos, tanto sociales, como políticos y futbolísticos, porque Manuel estaba en todas partes, incluyendo en Semana Santa, Navidad y Reyes entre otras celebraciones.
Su gran archivo estaba surtido de fotos de distintos lugares de Los Realejos, de vistas y paisajes de gran belleza. Un día le pregunté por unas fotos que él había tomado, y me contestó que el tiempo pasa y necesitaba descansar después de haber alimentado a su familia con muchos sacrificios, y que se quiso quitar de encima miles de negativos, quemándolos decisión que solo él podía hacer y lo hizo.
Hoy, y cuando se acercan las fiestas de Tigaiga, recordamos a Manuel el fotógrafo,
“el rubio” de La Carrera, cuando ojeamos aquellas fotos tomadas por él de tantas fiestas y comisiones. Son sin duda, unos gratos recuerdos especialmente familiares y que se siguen conservando con total cariño.
Manuel “el rubio” nos ha dejado en casi todos los hogares realejeros un legado sumamente importante. Pero al mismo tiempo, nos conmueve que tantos cientos de negativos se convirtieran en cenizas.
Hoy aquellos cientos de rollos, tendrían un valor incalculable; sin ninguna duda.
Vaya para él nuestro más sincero homenaje por los recuerdos gráficos que nos ha dejado, en tantas expresivas fotografías.
ARTÍCULO DE: Esteban Domínguez
Cuando llegaban las fiestas de nuestros barrios, Manuel “el rubio” de La Carrera, se nos iba a todas
ellas, porque de esta profesión de fotógrafo, se ganaba los garbanzos de su familia. Nunca tuvo coche, ni moto, ni bicicleta. Solía ir a ellas caminando o en guagua cuando estas se celebraban a larga distancia de su domicilio. Pero además nunca salía de su casa, sin llevar su cámara en ristre por si acaso apareciera la foto imprevista.En Tigaiga, como en tantas fiestas locales, Manuel acudía en los días de las fiestas, y allí realizaba su trabajo. Dejó grandes e importantes recuerdos de niños, mayores y familias enteras por un módico precio de unas 3 pesetas cada foto.
De Manuel hay un largo y valioso archivo en todos los rincones del municipio, y en Tigaiga en concreto “el rubio” acudía casa por casa para captar la instantánea adecuada en los momentos en que las familias se reunían, como así mismo, para tomar la foto precisa a la Imagen con los miembros de la comisión de fiestas o con cuantas personas deseaban tener el grafico recuerdo.
Gracias a esos momentos, podemos decir que en Tigaiga existen interesantes tomas instantáneas que; Manuel quiso inmortalizar durante los días de las fiestas, tanto de la entrega de la bandera a la nueva comisión, como de las sortijas, tenderetes y de grupos que posaban alegremente ante la lente de su cámara.
Las niñas bien vestidas y una vez concluida la misa dominical, acudían al fotógrafo para que le tomaran las correspondientes fotos, y lo mismo ocurría cuando los adinerados de San Agustín acudían a Tigaiga el lunes de las fiestas a degustar la carne de conejo salvaje que preparaba Celso “el rubio” en el ventorrillo que instalaba junto a la sacristía. Allí la foto de rigor se realizaba y la conservaban con mucho cariño todos aquellos que se acerc
aban a la mesa del ventorrillo mencionado.También hizo lo propio en la procesión del domingo de las fiestas, a la lumbre de las luces y humos de las bengalas.
Y como ya hemos dicho, no sólo Manuel acudía a Tigaiga en sus fiestas; Manuel se iba a todas las fiestas que se celebraban en Los Realejos y a otros lugares e iglesias donde se realizaba una boda, una primera comunión o un bautismo, porque ese era su trabajo y de eso se alimentaba su familia.
Tenía Manuel “el rubio” su propio estudio donde revelaba sus negativos a la roja luz de una bombilla y mezclando líquidos tal y como era el procedimiento en aquellos años 60. Cantidad de negativos pasaron por sus manos y que colgaba de unos alambres en un viejo cuarto muy cerca de la Cruz de La Carrera y a poca distancia de su casa.
Tomó importantes instantáneas de tantos acontecimientos vividos en Los Realejos, tanto sociales, como políticos y futbolísticos, porque Manuel estaba en todas partes, incluyendo en Semana Santa, Navidad y Reyes entre otras celebraciones.
Su gran archivo estaba surtido de fotos de distintos lugares de Los Realejos, de vistas y paisajes de gran belleza. Un día le pregunté por unas fotos que él había tomado, y me contestó que el tiempo pasa y necesitaba descansar después de haber alimentado a su familia con muchos sacrificios, y que se quiso quitar de encima miles de negativos, quemándolos decisión que solo él podía hacer y lo hizo.
Hoy, y cuando se acercan las fiestas de Tigaiga, recordamos a Manuel el fotógrafo,
“el rubio” de La Carrera, cuando ojeamos aquellas fotos tomadas por él de tantas fiestas y comisiones. Son sin duda, unos gratos recuerdos especialmente familiares y que se siguen conservando con total cariño.
Manuel “el rubio” nos ha dejado en casi todos los hogares realejeros un legado sumamente importante. Pero al mismo tiempo, nos conmueve que tantos cientos de negativos se convirtieran en cenizas.
Hoy aquellos cientos de rollos, tendrían un valor incalculable; sin ninguna duda.
Vaya para él nuestro más sincero homenaje por los recuerdos gráficos que nos ha dejado, en tantas expresivas fotografías.
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