EL CERRO DE CAISIMÚ
ARTÍCULO DE: Diana Valer
La naturaleza creó las condiciones exclusivas para que el hombre convirtiera al Cerro de Caisimú en un lugar excepcional para vacacionar, fuera de las rutinarias redes
hoteleras que colman las urbes en todo el planeta.
En este exclusivo sitio de la geografía cubana, a 18 kilómetros de la ciudad oriental de Las Tunas y a 127 metros sobre el nivel del mar, se puede disfrutar de extensas llanuras en un ángulo de 180 grados.
Quienes llegan hasta ese paraje no necesitan prismáticos para observar grandes plantaciones de caña de azúcar y de otros cultivos de un intenso verdor, en cualquier época del año.
No presenta obstáculos para asimismo admirar a lo lejos embalses de agua y otro cerro, el de Dumañuecos, que es precisamente la mayor elevación de la provincia tunera, solo dos metros más alto que el de Caisimú.
Esas características excepcionales le abrieron el camino al turismo local, pues a finales de la década del 70 del siglo XX se construyó allí un motel, hoy convertido en una acogedora base de campismo popular.
En el área exterior, de cuatro mil metros cuadrados, los campistas disponen de un espacioso restaurante con un techo bien alto y exquisitamente forrado de guano y cabañas para alojarse y descansar.
Cafeterías, juegos de mesa, áreas deportivas, pista bailable, bolera, biblioteca y parque infantil, integran también ese centro.
Entre esas instalaciones, la piscina clasifica como la más demandada. Su amplitud, estructura y el hecho de estar ubicada en la misma cima del Cerro, son determinantes en la preferencia de los veraneantes.
Al balneario lo hace atractivo también una contigua capilla, construida en 1960 y dedicada a la virgen María
La bienvenida o despedida en el Cerro de Caisimú no puede ser de un modo más sencillo: en tanto el vehículo bordea la falda de la elevación, entre la compacta vegetación, sobresalen palmáceas, flamboyanes, algarrobos, arbustos y cocoteros... como un anuncio de las bondades acunadas en esa instalación eco turística.
hoteleras que colman las urbes en todo el planeta.En este exclusivo sitio de la geografía cubana, a 18 kilómetros de la ciudad oriental de Las Tunas y a 127 metros sobre el nivel del mar, se puede disfrutar de extensas llanuras en un ángulo de 180 grados.
Quienes llegan hasta ese paraje no necesitan prismáticos para observar grandes plantaciones de caña de azúcar y de otros cultivos de un intenso verdor, en cualquier época del año.
No presenta obstáculos para asimismo admirar a lo lejos embalses de agua y otro cerro, el de Dumañuecos, que es precisamente la mayor elevación de la provincia tunera, solo dos metros más alto que el de Caisimú.
Esas características excepcionales le abrieron el camino al turismo local, pues a finales de la década del 70 del siglo XX se construyó allí un motel, hoy convertido en una acogedora base de campismo popular.
En el área exterior, de cuatro mil metros cuadrados, los campistas disponen de un espacioso restaurante con un techo bien alto y exquisitamente forrado de guano y cabañas para alojarse y descansar.
Cafeterías, juegos de mesa, áreas deportivas, pista bailable, bolera, biblioteca y parque infantil, integran también ese centro.
Entre esas instalaciones, la piscina clasifica como la más demandada. Su amplitud, estructura y el hecho de estar ubicada en la misma cima del Cerro, son determinantes en la preferencia de los veraneantes.
Al balneario lo hace atractivo también una contigua capilla, construida en 1960 y dedicada a la virgen María
La bienvenida o despedida en el Cerro de Caisimú no puede ser de un modo más sencillo: en tanto el vehículo bordea la falda de la elevación, entre la compacta vegetación, sobresalen palmáceas, flamboyanes, algarrobos, arbustos y cocoteros... como un anuncio de las bondades acunadas en esa instalación eco turística.
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