LLEGA LA ÉPOCA ESTIVAL O DEL ESTÍO
ARTÍCULO DE: Esteban Domínguez
Los rayos del sol, vuelven a calentar la tierra, cada estación en su lugar, y cada nube empapada de esperanzas, ocultan el brillo del astro rey. No está dormido, y la tierra jira a su alrededor, sin que nos demos cuenta de esta realidad.
Decía un viejo sabio, que el hombre desespera cuando las estaciones tropiezan en su largo caminar; cuando se detienen nos desesperan, y cunado se adelantan, pensamos que algo extraño puede ocurrir.
Lo cierto es que, ahora cuando ya la primavera toca a su final, el sol vuelve a brillar con más poderío, el hombre disfruta de las largas tardes y de los llamativos ocasos, las playas se nutren de olas suaves que se duermen en la arena, y al disfrute toca. No en vano las calas, las muchas calas de arena negra que rodean la isla de Tenerife, son el lugar elegido para el chapuzón, para el disfrute al aire y también para descansar del rutina trabajo diario.
Este año los realejeros acostumbrados al baño en fechas como las presentes, nos encontramos con el inconveniente de no poder bajar a una de las playas más limpias que la naturaleza pone en nuestras manos: la del Socorro. Lugar concurrido desde que la primavera despunta. Pero los inconvenientes surgidos y la poca voluntad política por subsanar defectos, se ha hecho eco en la “voz populi”. El remedio no es bueno, pero habrá que tener en cuenta el valor de la vida. No vale la pena correr riesgos, los que todos conocemos ya. La prudencia antes los defectos naturales están a la vista. La precaución es normal. Aceptarla de nueva manera es admitir que somos maduros de mente y evitar riesgos, es también un admisible gesto de confianza de políticos.
Razones hay más que suficientes para en cabreo ya generalizado de quienes quieren bajar y no pueden, pero evitar desgracias es un responsabilidad política imperiosa y que respetamos y que tenemos que cumplir.
De lamentaciones sabemos bastante y nunca son buenas. Utilicemos los cinco sentidos y respetemos las normas. Hay otros lugares muy cercanos donde poner estar más seguros y evitemos desgracias ante posibles inconvenientes que puedan surgir.
En definitiva: “hombre prevenido, vale por dos”.
ARTÍCULO DE: Esteban Domínguez
Los rayos del sol, vuelven a calentar la tierra, cada estación en su lugar, y cada nube empapada de esperanzas, ocultan el brillo del astro rey. No está dormido, y la tierra jira a su alrededor, sin que nos demos cuenta de esta realidad.
Decía un viejo sabio, que el hombre desespera cuando las estaciones tropiezan en su largo caminar; cuando se detienen nos desesperan, y cunado se adelantan, pensamos que algo extraño puede ocurrir.
Lo cierto es que, ahora cuando ya la primavera toca a su final, el sol vuelve a brillar con más poderío, el hombre disfruta de las largas tardes y de los llamativos ocasos, las playas se nutren de olas suaves que se duermen en la arena, y al disfrute toca. No en vano las calas, las muchas calas de arena negra que rodean la isla de Tenerife, son el lugar elegido para el chapuzón, para el disfrute al aire y también para descansar del rutina trabajo diario.
Este año los realejeros acostumbrados al baño en fechas como las presentes, nos encontramos con el inconveniente de no poder bajar a una de las playas más limpias que la naturaleza pone en nuestras manos: la del Socorro. Lugar concurrido desde que la primavera despunta. Pero los inconvenientes surgidos y la poca voluntad política por subsanar defectos, se ha hecho eco en la “voz populi”. El remedio no es bueno, pero habrá que tener en cuenta el valor de la vida. No vale la pena correr riesgos, los que todos conocemos ya. La prudencia antes los defectos naturales están a la vista. La precaución es normal. Aceptarla de nueva manera es admitir que somos maduros de mente y evitar riesgos, es también un admisible gesto de confianza de políticos.
Razones hay más que suficientes para en cabreo ya generalizado de quienes quieren bajar y no pueden, pero evitar desgracias es un responsabilidad política imperiosa y que respetamos y que tenemos que cumplir.
De lamentaciones sabemos bastante y nunca son buenas. Utilicemos los cinco sentidos y respetemos las normas. Hay otros lugares muy cercanos donde poner estar más seguros y evitemos desgracias ante posibles inconvenientes que puedan surgir.
En definitiva: “hombre prevenido, vale por dos”.
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