IGNORANCIA (LA MÍA)
ARTÍCULO DE: Lorenzo de Ara Rodríguez
Ricos. ¡A por ellos! ¿Es la nueva consiga? ¿Tiene la eterna revolución izquierdista sus nuevos enemigos? ¿La calle vuelve a estar llena de matadores? ¡Muy machos! ¿Qué rico? ¿El nuevo rico? ¿El rico de toda la vida? ¿Y cuándo iremos a por el pobre? El pobre de ahora y el pobre de de siempre. ¡El necesitado! La cosa es tener siempre un enemigo al que matar.
Los rojos del siglo XXI se preparan para las barricadas. ¡No pasarán! ¿Quiénes? Los ricos, por supuesto. Ellos son los culpables de todos los males que aquejan a la pobre patria, a sus parias, pobres parias. Los rojos y rojillos de tres al cuarto han dado con el bálsamo. Si hay tensión, si se constata la presencia de malas pulgas en el cuerpo del proletariado (jajaja), lo más reconfortante es encontrar carne fresca. Carne de rico. ¡También la sombra del rico es buena!
Y luego están los pobres gilipollas –mi caso-, que no llegan a generar odio, ni repulsión, ni envidia. El rico sólo produce indiferencia, distancia. No culpamos al rico, ni a su dinero. Somos pobres enrabietados, claro, pero no identificamos al rico como el Belcebú anunciado en el Apocalipsis.
Claro que estamos equivocados. Vagamos sin vergüenza, porque un pobre digno de ser pobre y votante del PSOE tiene que odiar al rico, aceptar las consignas; no lavarse los dientes dos o tres días antes del mordisco insaciable.
Se busca al rico con el mejor perro de presa que tiene la democracia: la ignorancia.
Ricos. ¡A por ellos! ¿Es la nueva consiga? ¿Tiene la eterna revolución izquierdista sus nuevos enemigos? ¿La calle vuelve a estar llena de matadores? ¡Muy machos! ¿Qué rico? ¿El nuevo rico? ¿El rico de toda la vida? ¿Y cuándo iremos a por el pobre? El pobre de ahora y el pobre de de siempre. ¡El necesitado! La cosa es tener siempre un enemigo al que matar.
Los rojos del siglo XXI se preparan para las barricadas. ¡No pasarán! ¿Quiénes? Los ricos, por supuesto. Ellos son los culpables de todos los males que aquejan a la pobre patria, a sus parias, pobres parias. Los rojos y rojillos de tres al cuarto han dado con el bálsamo. Si hay tensión, si se constata la presencia de malas pulgas en el cuerpo del proletariado (jajaja), lo más reconfortante es encontrar carne fresca. Carne de rico. ¡También la sombra del rico es buena!
Y luego están los pobres gilipollas –mi caso-, que no llegan a generar odio, ni repulsión, ni envidia. El rico sólo produce indiferencia, distancia. No culpamos al rico, ni a su dinero. Somos pobres enrabietados, claro, pero no identificamos al rico como el Belcebú anunciado en el Apocalipsis.
Claro que estamos equivocados. Vagamos sin vergüenza, porque un pobre digno de ser pobre y votante del PSOE tiene que odiar al rico, aceptar las consignas; no lavarse los dientes dos o tres días antes del mordisco insaciable.
Se busca al rico con el mejor perro de presa que tiene la democracia: la ignorancia.
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