AÑORANZAS FESTIVAS
ARTÍCULO DE: Esteban Domínguez
Cada vez que surge una fiesta o celebración, nos preguntamos: ¿fueron aquellas fiestas de ayer mejores que las de hoy? Y la respuesta puede ser que sí, sin duda alguna aunque nos costara un gran sacrificio a los componentes de las respectivas comisiones, ya que para recaudar fondos se tenía que caminar mucho; vender rifas, e ir puerta por puerta pidiendo lo que aquellas buenas gentes nos podian dar con el fin de sufragar los gastos que las mismas ocasionaban.
Esa era la fórmula de poder celebrar las fiestas, pues no había otros caminos, asi con un montón de sacrificios, las tradiciones se mantenían, aunque tambien es verdad, que otras de vital importancia, desaparecieron.
En la actualidad, las fiestas han tomado otro rumbo, su hábito a cambiado, no sé si para mejor o para peor, pero de lo que no me cabe la menor duda es que antes y comprometidos con estas celebraciones, las gentes trabajaban con ilusión y lograban sus propósitos: es decir, que sus tradiciones se mantuvieran mientras quedaban ganas en el cuerpo.
Hoy casi todo ha cambiado, y algunos aún siguen dudando si lo que celebrábamos ayer, era mejor o peor de lo que celebramos hoy. Y aunque las comparaciones suelen ser casi siempre "odiosas", se notaba aquel vivo entusiasmo entre los vecinos, y de ahí nacieron los "cuarteles" como pueden ser los que existieron en las fiestas de Icod el Alto o Tigaiga por poner dos ejemplos.
Eran años difíciles, pero en cada casa, las dos pesetas semanales o lo que buenamente podían aportar, y que se cobraban cada domingo, no faltaban para dárselas a quienes se encargaban a final del ciclo de realizar el correspondiente encargo a los pirotécnicos, con el fin de que en la procesión del domingo de las fiestas, no le faltaran los correspondientes fuegos a la imagen venerada.
Esa era la otra forma de colaborar con la comisión de fiestas a darle más realce a estas celebraciones tan singulares. Hoy el cambio se nota, aunque no el fuego y el fervor, pero si, se ha dejado de pedir para los fuegos de los "cuarteles".
En cuanto a las fiestas y a los actos tanto religiosos como populares, han variado. En Tigaiga -y lo digo porque me toca más de cerca-, el domingo día principal de las fiestas la celebración de la Eucaristía del medio día era un acto religioso muy emotivo. A esa función acudian tres sacerdotes que concelebraban la llamada Misa de "tres capas" incluyendo al párroco. Y en muchas ocasiones, acudía un cuarto sacerdote que era el que realizaba el sermón. Y la parte coral era ocupada por el coro parroquial o aquel que la comisión de fiestas invitaba.
El día grande de las fiestas de Tigaiga, el primer domingo de septiembre, la función religiosa la realiza el párroco y el coro o grupo que él estime conveniente, pero se nota que algo va quedando a tras. Ya el entusiasmo de aquella mañana no es el mismo, por eso y por otras tantas cosas, añoramos aquellos años de niños, en que nuestra mirada estaba puesta en estos actos que con mayor relevancia se celebraban a pesar del gran sacrificio que realizaba la comisión de fiestas para recaudar fondos con en fin de que la tradición no se perdiera.
Pero a pesar de todo ello, las fiestas continúan: unas con mayor acierto que otras. Sin embargo no hay que prestarle demasiada importancia a lo acaecido, aunque los recuerdos siguen vivos, y notamos los cambios. Unos necesarios y otros que se alegan de la realidad y del esfuerzo que realizaron nuestros antepasados.
ARTÍCULO DE: Esteban Domínguez
Cada vez que surge una fiesta o celebración, nos preguntamos: ¿fueron aquellas fiestas de ayer mejores que las de hoy? Y la respuesta puede ser que sí, sin duda alguna aunque nos costara un gran sacrificio a los componentes de las respectivas comisiones, ya que para recaudar fondos se tenía que caminar mucho; vender rifas, e ir puerta por puerta pidiendo lo que aquellas buenas gentes nos podian dar con el fin de sufragar los gastos que las mismas ocasionaban.
Esa era la fórmula de poder celebrar las fiestas, pues no había otros caminos, asi con un montón de sacrificios, las tradiciones se mantenían, aunque tambien es verdad, que otras de vital importancia, desaparecieron.
En la actualidad, las fiestas han tomado otro rumbo, su hábito a cambiado, no sé si para mejor o para peor, pero de lo que no me cabe la menor duda es que antes y comprometidos con estas celebraciones, las gentes trabajaban con ilusión y lograban sus propósitos: es decir, que sus tradiciones se mantuvieran mientras quedaban ganas en el cuerpo.
Hoy casi todo ha cambiado, y algunos aún siguen dudando si lo que celebrábamos ayer, era mejor o peor de lo que celebramos hoy. Y aunque las comparaciones suelen ser casi siempre "odiosas", se notaba aquel vivo entusiasmo entre los vecinos, y de ahí nacieron los "cuarteles" como pueden ser los que existieron en las fiestas de Icod el Alto o Tigaiga por poner dos ejemplos.
Eran años difíciles, pero en cada casa, las dos pesetas semanales o lo que buenamente podían aportar, y que se cobraban cada domingo, no faltaban para dárselas a quienes se encargaban a final del ciclo de realizar el correspondiente encargo a los pirotécnicos, con el fin de que en la procesión del domingo de las fiestas, no le faltaran los correspondientes fuegos a la imagen venerada.
Esa era la otra forma de colaborar con la comisión de fiestas a darle más realce a estas celebraciones tan singulares. Hoy el cambio se nota, aunque no el fuego y el fervor, pero si, se ha dejado de pedir para los fuegos de los "cuarteles".
En cuanto a las fiestas y a los actos tanto religiosos como populares, han variado. En Tigaiga -y lo digo porque me toca más de cerca-, el domingo día principal de las fiestas la celebración de la Eucaristía del medio día era un acto religioso muy emotivo. A esa función acudian tres sacerdotes que concelebraban la llamada Misa de "tres capas" incluyendo al párroco. Y en muchas ocasiones, acudía un cuarto sacerdote que era el que realizaba el sermón. Y la parte coral era ocupada por el coro parroquial o aquel que la comisión de fiestas invitaba.
El día grande de las fiestas de Tigaiga, el primer domingo de septiembre, la función religiosa la realiza el párroco y el coro o grupo que él estime conveniente, pero se nota que algo va quedando a tras. Ya el entusiasmo de aquella mañana no es el mismo, por eso y por otras tantas cosas, añoramos aquellos años de niños, en que nuestra mirada estaba puesta en estos actos que con mayor relevancia se celebraban a pesar del gran sacrificio que realizaba la comisión de fiestas para recaudar fondos con en fin de que la tradición no se perdiera.
Pero a pesar de todo ello, las fiestas continúan: unas con mayor acierto que otras. Sin embargo no hay que prestarle demasiada importancia a lo acaecido, aunque los recuerdos siguen vivos, y notamos los cambios. Unos necesarios y otros que se alegan de la realidad y del esfuerzo que realizaron nuestros antepasados.
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