jueves, 29 de abril de 2010

ARCHIPIÉLAGO GULAG,

ES LA REALIDAD

ARTÍCULO DE: Lorenzo de Ara Rodríguez

“Ante esta crisis económica, que se suma a una crisis nacional e institucional también sin precedentes, ya va siendo hora de que alguien le espete al presidente un "márchese señor Zapatero". España no se merece un Gobierno que la arruine y que le mienta”.
Así reza parte del editorial de libertaddigital.com del jueves 29 de abril. Razón no le falta al editorialista. Pero lo que de verdad no hay en este país enfermo y arrinconado es cordura, arrojo y decencia. Decencia, arrojo y cordura para exigir que Zapatero abandone la Moncloa, el poder, la poltrona desde la cual nos ha humillado como pueblo. ¡Se impone el silencio y el miedo! Nada ha cambiado.
Ignacio Camacho, en ABC, comienza su artículo diario con esta brillante sentencia: “HAY una «cierta sensación», como diría Zapatero, de que el Gobierno no puede con esto. De que está desbordado por las circunstancias y va a remolque de los acontecimientos. De que la crisis se le ha ido de las manos y todo lo que puede ir mal va mal. Quizá se trate sólo de una sensación, pero una sensación creciente en intensidad emocional y profundidad sociológica. Aunque las sensaciones son siempre subjetivas, pueden volverse subjetivamente generalizadas. Una multitud de subjetividades en la misma sintonía constituye un estado de opinión, y entonces la «cierta sensación» se convierte en sensación cierta”.
Y esa sensación cierta es que podemos ir a peor. A peor en compañía de los mismos, o sea, en compañía de los socialistas que si se celebrasen elecciones generales, a lo mejor conseguirían el triunfo en las urnas, seguro. Y una vez más obtendrían el derecho a seguir ensuciando la realidad de España. Empobreciendo nuestras almas.
Y la crisis, esa cosa tan rara que Zapatero niega, también se hace presente en el día a día de Caritas. La situación obliga a cien mil personas a buscar trabajo a través de esta institución. A Zapatero le susurran al oído la existencia de Caritas Diocesana, y el inquilino de la gran casa pone cara de sorprendido porque es la primera vez que oye hablar de la existencia de ese “ministerio”.
Pero Zapatero y los suyos, siempre optimistas, ridículamente optimistas y ociosamente acomodados en la tragedia, no escuchan, no leen, no se interesan por evitar que la tragedia se agigante. Ellos simplemente se preocupan de su comodidad, intentan perpetuarse en la mentira, en el engaño, en la difamación y en la tomadura de pelo permanente.
Ganar elecciones con las siglas del PSOE es cosa fácil en España. Zapatero lo sabe. Se buscan muertos, se vuelve a la guerra civil, se fomenta el odio, la barricada, la incultura y el mamporro, y todo se torna delicioso, apacible, idílico para esa democracia de izquierda en la que ya vivimos, existimos, mendigamos, suplicamos, y de vez en cuando nos dejamos triturar como números en las manos de la ministra Salgado.

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